El vídeo contiene un poema recitado, si deseas escucharlo, silencia el reproductor que se encuentra en la parte inferior derecha del blog.

Gara o Caprice, pero siempre...Sara.

Mi Libro

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martes, 29 de diciembre de 2009

♥ - El Tiempo (Cumpleaños)

El tiempo es cosa peculiar, merecedora de apuntes, medidas y memorias, causante de gritos, lágrimas y risas. El tiempo Huele a libros viejos, lluvia, barro y madera, El tiempo sabe a metal, a tiza y a mantequilla, tiene tacto de polvo, seda y lija, el tiempo conserva el olor del pelaje de animales, piel de niño y sudor de hombre, lleva aquel perfume tan conocido, mezclado con el aroma familiar de los sueños y también de sabanas y madrugada. El tiempo se escucha como un canto, un sollozo o un gemido, El tiempo se ve curiosamente similar a una puesta de sol, a edificios viejos y aun bebe recién nacido. El tiempo tiene esencia de jabón, arena y hojas caídas, de vez en cuando sabe a miel, a hígado y a café, el tiempo se oye como ladrido de perro, grito de madre y risa de niña, se siente igual que la piel arrugada, el reflejo filoso del espejo y la maraña de números y manecillas atrasadas. el tiempo tiene sazón de muerte, vida y llanto, conserva el olor del otoño y primavera, el sonido del agua sobre los platos sucios y el de esa voz tan anhelada, tiempo con fragancia a infancia y vejez, gusto a chocolate, almendras y medicina, tiene sonido de teléfono, y de mujer con apariencia de hoja en blanco, de fotografía, nubes y calendario? el tiempo pasa, corre y vuela, el tiempo se detiene y deja marcas en la piel, el tiempo no regresa, no se deja atrapar, el tiempo se libera, llega y se va.

Hoy hace un año que entré a formar parte de la familia de los blogs y me parece que fue ayer cuando coloque la primera entrada, llegué con una maleta cargadita de sueños con ganas de ser abierta y aquí le di rienda suelta a todos ellos…

Quería daros las gracias por estos 365 días junto a mí, por todas vuestras muestras de cariño y vuestro apoyo, os dejo un pequeño mimo para todos que espero que os guste, a través de él os mando un cálido abrazo.



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martes, 22 de diciembre de 2009

♥ - Comenzando a Vivir.

Hoy tengo la gran suerte de compartir estas letras con un grande de ellas, el MAESTRO le llaman, no le conocéis?, pues no sabéis lo q os estáis perdiendo, entrar en su rincón es entrar en un mundo lleno de magia, sus relatos son un puente maravilloso hacia los sueños, donde te sientes protagonista de todos ellos.


Si quieres disfrutar de grandes escritos, pica en el enlace, de lo demás ya se encarga Luis (Calvarían), te seducirá y tocara tu corazón, con su pluma.


Su blog es: Sombra Triste

♥ - ♥ - ♥ - ♥ - ♥


La carretera polvorienta se estiraba hacia el horizonte lejano dónde se divisaba una puesta de sol espectacular. Sobre el asfalto ardiente se distinguía una sombra solitaria, encaminada hacia el atardecer. Sentía el vapor que escapaba del suelo. Lo sentía en su piel caliente después de un día de arduo caminar.

Su andadura era una incertidumbre. No sabía a dónde iba, cuánto quedaba, por qué caminaba, ni dónde se encontraba. Sólo sabía caminar, había que continuar, no podía parar ni siquiera para descansar.

Sus ojos negros descansaron sobre el horizonte, ya el sol apenas se veía, el cielo estaba completamente oscuro. En ese instante el miedo la sobrecogió, estaba sola, perdida en la nada. No quería parar pero hacía tanto que no descansaba...

Se sentó, prometiéndose que sólo sería por unos minutos, a la orilla de la carretera. Al hacer esto, su estómago se alborotó, recordó que no había comido en tres días. Divisó a unos metros un árbol lleno de bellotas, se veían maduras y su boca se hizo agua al pensar en el fruto invadiendo su paladar.

Con impaciencia comenzó a arrancar las frutas del árbol, la desesperación la llenaba, sentía el jugo deslizándose por su barbilla dejando el área pegajosa y manchada…

No importaba. Actuaba con sus impulsos y éstos le decían "come hasta la saciedad." Parecía un animal enloquecido mientras permitía que su glotonería se apoderara de sus acciones.

- No importa, - pensaba en voz alta, - todos somos locos.

Su comentario, dicho sin pensar, le recordó la razón de su estado presente.

Ella estaba loca. Al menos así lo creía la sociedad.

Era loca porque amaba a un hombre que no era su marido. Sí, otro hombre... el mismo que conoció a través de un ordenador, una noche de verano, hacía ya algunos años. Con él quería irse, marcharse. Loca... Era loca por buscar la felicidad, sin pensar en el que dirán. Loca por hacer lo que verdaderamente quería.

-¿Qué le importa al mundo mi vida?- se preguntó confundida.

Nunca pensó que su familia, antepusiera su felicidad ante los prejuicios sociales, ante el qué dirán... Todas las palabras y deseos de felicidad hacia ella, todo era mentira.

En aquella cárcel que era su casa, aprendió que la verdad no existe. No hay tal cosa como la realidad. Es un estereotipo creado por la mayoría. Lo mismo sucedía con la locura; era simplemente lo que la mayoría establecía. Por eso era que antes, pensaba mucho antes de decir o hacer algo. La razón y la lógica la guiaban. Ya eso había acabado.

Desde que se dio cuenta de todo, decidió que actuaría de acuerdo a sus impulsos. Ya no se preocuparía por el resultado de sus acciones. Dejaría que las cosas siguieran su curso natural. No le explicaría a nadie él por qué de lo que hiciera. Aprendería a vivir como está establecido pero a la vez con su locura. Era la única manera de mantener su individualidad y ser respetada como cualquier persona "normal".

Normal... Antes decía esa palabra sin pensar. En tan corto tiempo había cobrado un significado muy diferente. Se había percatado que lo normal no existía.

Despertó al sentir las gotas heladas en su cara. Se había quedado dormida a pesar de que prometió no hacerlo. Pero, ¿qué importaba? No se percató hasta unos segundos más tarde de la lluvia, que poco a poco caía más fuerte.

Entonces alzó el rostro al cielo y dejó que la lluvia la mojara, que la empapara entera. ¡Su sed! Había pasado tanto tiempo que ni la sentía.

Abrió su boca y permitió que se llenara de ese líquido portador de vida. Se sentía satisfecha. El que la viera pensaría que estaba loca. ¡Qué gracioso...! Era verdad. En este mundo todos los somos. Sólo que lo esconden bajo las máscaras de la sociedad. Todo esto pensaba bajo la lluvia.

-¡Cristian! Mi amado Cristian... ¿Dónde estarás? ¿Por qué te dejé marchar? Donde sea que estés, susúrrale al viento, que yo lo seguiré.

Comenzó a cantar. La melodía brotaba de sus labios con dulzura. Era una melodía que sólo ella conocía pues en ese preciso instante la había inventado, pensando en él.

- Algún día nos encontraremos
en ese lugar que un día juntos soñamos,
ese lugar en que podremos amarnos.
Te veré en ese lugar que sólo tú y yo conocemos
y por la eternidad allí nos quedaremos.
En ese lugar con su demente libertad,
¡Sí!, La locura nos abrazará.
Hasta que llegue ese día allí te he de esperar.

Mientras danzaba y cantaba en la lluvia en medio de aquella tormenta, un rayo partió el cielo en dos, una luz fulgurante lo iluminó todo.

El estrépito del trueno que siguió le asustó un poco, fue fuerte y autoritario por lo cual ella calló su voz y por unos instantes sólo miró el oscuro cielo, pensando en qué haría ahora.

No podía volver a su casa o a ningún lugar de su pasado porque entonces sí pensarían que estaba loca. Escapar de su casa sólo para volver... Eso era más ilógico que todo lo demás que había hecho.

No podía vagar el resto de su vida en un desierto, a la orilla de una carretera desolada.
Entonces la solución floreció en su mente. La sacudía igual que el viento que aullaba en la oscuridad de aquella noche.

- Comenzar... - pensó en voz alta, - Comenzar de nuevo.

- Huir muy lejos como siempre he querido. Huir a donde nadie me conozca y comenzar mi vida de verdad.- pensaba.

De repente, una luz resplandeciente la cegó. El sonido de un motor se hacía cada vez más cercano. Abrió los ojos y vio su salvación, un coche se acercaba el único vehículo que había visto pasar.

Se atravesó en su camino y cuando el conductor, un joven apuesto de ojos color miel, la vio, puso su pie sobre el freno y el coche hizo un alto. Le hizo señas con las manos de que entrara y ella abrió la puerta del auto.

-Entra rápido. No te quedes mojándote.

Su voz le inspiraba seguridad y entró sin pensarlo dos veces.

- Mil gracias. Pensé que nunca pasaría nadie por aquí. ¡Me has salvado!

-No hay por qué dar las gracias. Es lo que cualquier persona haría.

El joven la recorrió con la mirada desde los pies hasta la cabeza. Parecía una buena muchacha a pesar de sus ropajes rotos y sucios, su cabello enredado y alborotado, sus manos maltratadas y tan sucias como su cara.

Ella comenzó a tiritar. La humedad le calaba hasta los huesos.

-No puedes quedarte con esa ropa. Disculpa…Aquí debería haber…Si…está…-Dijo abriendo la guantera y rebuscando en su interior.

Ella le sonrió con ternura, agradecida, sin saber lo que él pretendía.

Él salió del coche, y abrió el paraguas que nunca estaba seguro si llevaba dentro del habitáculo y que había encontrado en la guantera. Se dirigió al maletero. De su bolsa de viaje sacó una camiseta blanca, un boxer, unos calcetines, unas zapatillas de cuadros de invierno, su sudadera roja y el pantalón del chándal azul, ropa que él llamaba de emergencia, algo vieja, pero cómoda. Cogió una bolsa de toallitas húmedas de su neceser y la manta de colores que tejiera su abuela tantos años antes, y que siempre llevaba cuando se dirigía a su refugio. Volvió a abrir la puerta del coche…

-Toma…supongo que te quede grande…pero más vale que te cambies enseguida no vayas a coger una pulmonía. Siento lo de parte de la ropa interior…no uso sujetador- sonrió-. Te dejo unas toallitas…seguro que te sentirás mejor. Esperaré fuera.

Ella no supo que contestar. Aquel joven no sólo la había recogido, sino que le estaba ofreciendo su propia ropa. Se mostraba educado, cortés, y profundamente caballeroso, sin conocerla. De repente le preocupó lo que estaría pensando sobre ella. Todos aquellos días huyendo de los demás, de si misma, tratando de convencerse de que no estaba loca, de que era el mundo el que estaba loco, tratando de encontrar su realidad, si es que la realidad existía para ella. Su aspecto no le había preocupado hasta ese momento.

Mientras, el joven, se subía la cremallera de la sudadera, y se encogía bajo el paraguas intentando protegerse de las ráfagas racheadas de viento y agua, preguntándose que hacía aquella muchacha sola, vagando por la carretera, con aquel día tan desapacible.

-Tiene que estar loca.-Pensó

Su cabeza comenzó a trabajar como un torbellino.

-¿Loca? Quien puede decir quien está cuerdo en este mundo. Mírate…Se podría decir que el loco eres tu…Vas a conducir toda la noche para ir a tu refugio, perdido entre las montañas, solo…En busca de que…de una inspiración que no llega…Hace días que deberías haber vuelto al trabajo y sigues confiando en que de tu atormentada mente salga algo parecido a una novela…No es estar loco, hacer este viaje…semana tras semana…siempre de noche…para nada…¿Quien eres tu para juzgar si esta joven está o no cuerda?-Pensaba

La realidad le devolvía la imagen de aquella muchacha cruzándose en su camino, empapada, mal vestida y algo sucia. Pero…Que era para él la realidad, si en su refugio era donde mejor se encontraba porque lograba abstraerse y vivir en un mundo de fantasía.

Sin darse cuenta los dos se habían planteado los mismos dilemas sobre la locura y la realidad. Sobre la vida, la tristeza, la soledad…Y, en el fondo, ambos huían, aunque de diferente manera.

Ella se había desnudado. Se sentía segura ante el comportamiento de aquel joven.

-Date prisa…Que pobre…el que se va a calar ahora es él.-Pensó

Cogió unas toallitas y refrescó su cuerpo tan maltratado en su huida. Se puso la camiseta, el bóxer, el pantalón, los calcetines y las zapatillas, sintiendo al instante el calor de la ropa limpia, mientras la suya, empapada yacía a sus pies.

-Entra por favor…Te vas a calar.

Él se giró. Sonrió al verla con su ropa, y entró, mientras ella se ponía la sudadera.

-En la guantera habrá alguna bolsa…mete tu ropa si quieres. Bueno…tu dirás…Yo me dirijo a mi refugio.

-¿Donde está?

-Muy lejos…a casi diez horas de viaje…

-Pues conduce.

-Pasaremos por un montón de pueblos y ciudades. Donde quieras te dejo. ¿De acuerdo?

-Y…tu ropa.

-No pasa nada…Te la puedes quedar, o si quieres te doy una dirección donde me la puedas devolver. Pero, no te preocupes por eso.

Ella le sonrió sin contestar. Estaba a punto de llorar. La amabilidad de aquel joven…Volvió a atormentarse por lo que estaría pensando sobre ella. Él puso el coche en marcha. La música, suave hacía el habitáculo más calido y acogedor. Ella deseó no salir de allí nunca. Por primera vez en mucho tiempo se encontraba segura y a gusto en un sitio, paradójicamente era dentro de un coche, con un desconocido. Unos minutos después, cubierta con la manta, tras abrocharse el cinturón, se durmió. Estaba tan cansada…

Las horas transcurrieron. Periódicamente se despertaba por algún ruido en la carretera o en los pueblos y ciudades que iban atravesando. Su única reacción era sonreírle y volverse a dormir. Él, cada vez que despertaba, temía que ella decidiera bajarse. Cuando ella volvía a dormirse, él sentía una inmensa sensación de alivio.

Condujo toda la noche sin que ella hiciera ademán de querer abandonar el coche, ni siquiera cuando él tuvo que parar para ir al baño y repostar gasolina. Al amanecer…llegó la última curva. Paró. Ella seguía dormida. Él quería volver a cumplir con su ritual…Salió. No llovía, las nubes no lograban cubrir el cielo por completo.

-Es maravilloso.-Dijo respirando hondo.

-Lo es. Dijo ella envuelta en la manta. Se había despertado y le había seguido.

-¿Sabes? Es un pantano. Pero yo no lo veo así. Es mi lago. Es mi lago de fantasía como si de un cuento de hadas se tratara…Mi cabaña está al fondo. Siempre paro aquí primero. Allí, a la derecha mi lugar preferido cuando llueve, una pequeña cascada de aguas cristalinas. Ven…

Él cogió su mano. Ella iba pendiente de no perder la ropa que le había prestado. Le quedaba grande.

-Despacio que pierdo las zapatillas y el chándal –Rió

-Es preciosa…-Dijo al llegar

-Cierra los ojos…escucha…el agua a mi me habla cuando le escucho.

Ella cerró los ojos y conectó con la monótona musicalidad del discurrir de las aguas de aquel pequeño torrente precipitándose sobre la superficie del pantano. Una ráfaga de aire repentina arrastró miles de pequeñas gotas que acabaron mojando sus rostros. Ella abrió los ojos, un pequeño arco iris nacía de aquella cascada…

-Abrázame.-Dijo ella

Él, sorprendido, la estrechó entre sus brazos, acogiendo su cuerpo frágil con ternura, acariciando su pelo descuidado, besando suavemente su frente, sintiendo los latidos de su corazón como si fueran los suyos. Deseó parar el tiempo, que aquel instante durara toda la eternidad. Que aquello fuera su realidad, su locura real.

Mientras, ella, con dos lágrimas surcando sus mejillas repetía…

-Comenzar de nuevo…Comenzar mi vida de verdad...




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jueves, 17 de diciembre de 2009

♥ - Una Princesa Distinta I.

Recorrió un buen trecho, sin plantearse la necesidad de comer o beber, cuando reparó en que el paisaje que la rodeaba había cambiado. Ya no era gris piedra sino blanco, como el hielo. En su reino no existían ni el calor ni el frío, no había cambios de estación, pero ahora se sentía temblorosa y agarrotada.

De pronto, observó a una bandada de pájaros en actitud de huida. El aire silbaba, las ramas crujían… se echó a reír.

¡Silencio! – Gritó una anciana, que la había espiado escondida entre los arbustos- me sobresaltas. ¿Es que quieres acabar conmigo?

No- respondió la princesa, lacónica - ¿Hay hombres por aquí?

La anciana la miró de arriba a abajo. La princesa estaba cubierta con una fina túnica y algo que recordaba a una piel de zorro.

Necesitas comer y abrigarte. Ven conmigo, insensata.

La anciana la condujo a una confortable casa de piedra con su establo en la que ella y su montura se sintieron inmediatamente más reconfortadas. Allí comieron en silencio… hasta que la princesa sintió curiosidad:

¿Cómo se llama este lugar?

Nos conocen como “Reino del Miedo”. Poco halagador.

¿Por qué?

Una vez entramos en guerra… y el Miedo nos venció- relató- ahora nunca miramos a nadie a los ojos, nunca confiamos en los demás, nunca abrimos las puertas de nuestras casas…

¿Y qué hago yo aquí? – preguntó la princesa, sorprendida.

Eres una excepción en mi vida… ¿Buscas a un hombre en concreto?

No sé quién es,pero busco al hombre que habrá de acompañarme a mi reino.

La anciana la miró.

¿Cómo se llama tu tierra?

Olvido.

Pues hazme caso, pasa la noche en mi casa y mañana, cuando te despiertes, te vas a la plaza del pueblo y preguntas si hay algún hombre que te quiera acompañar a Olvido.

Bien- contestó, sin percibir la ironía en la voz de la anciana.

A la mañana siguiente, antes de salir, la anciana le preparó un pequeño hatillo y la advirtió de algunas cosas.

No digo que no viajes a la aventura, porque evitarías la oportunidad de que la vida te salga al paso, pero es conveniente que seas precavida porque la mano de la vida no siempre es benéfica… llévate un par de mantas, algo de comida y algunas ropas que pertenecieron a mi nieta…

¿Qué le pasó a su nieta?- se interesó la princesa.

El Miedo caló su alma y acabó aterrada hasta por el más simple de los actos… no comía por temor a atragantarse, no salía de casa por temor a ser asaltada, no hablaba por miedo a equivocarse y, como suele suceder aquí, un buen día desapareció consumida por el terror.

La princesa asintió, con seriedad y sin más despedida, partió.

La plaza no andaba demasiado lejos. Era el centro de la aldea. Observó que la gente solía caminar a grandes zancadas, como huyendo, aunque no vieran a nadie. En Olvido ella jamás había sentido la necesidad de huir.Cuando llegó a la plaza, vio que los aldeanos intentaban no mirarla y hablar entre ellos, fingiendo que ella no existía… pero ella estaba allí

¡Buenos días, aldeanos! Busco un hombre que quiera acompañarme hasta Olvido.

Sólo un muchacho adolescente se atrevió a hablar.

¿Olvido es un reino? ¿Cómo se va allí?

Retrocediendo.

No me gusta el nombre – dijo, antes de salir corriendo.

Ella siguió insistiendo.

¿Hay algún hombre aquí que desee acompañarme hasta Olvido?

Se hizo el silencio… hasta que habló un señor de gran corpulencia, posiblemente el herrero.

Montas a caballo, aquí ninguna mujer monta a caballo. Viajas, aquí nadie viaja. Hablas con quien no conoces como si tal cosa, eso es de mala educación. Quieres arrebatarle un hombre a nuestra aldea te aseguro que nadie quiere irse de aquí… y encima, tu nariz es grande… jamás seguiría a una mujer con una nariz de ese tamaño.

Lo vitorearon, la princesa permaneció impasible.

Me han contado que hay gente tan asustada que desaparece del mundo, sin más… en cuanto a mi nariz (rió estruendosamente) jamás he visto mi cara, no debe ser muy importante.

Silencio. Nadie dijo nada. A la princesa se le ocurrió que también debían temerle a la risa.

Si un día os atrevéis, cerrad los ojos, veréis una infinita oscuridad. Eso es lo que vemos cuando nos miramos por dentro, lo que aparece cuando nos rendimos al sueño, lo que nos acompaña cuando nos encuentra la Muerte. Todos llevamos en nuestro interior esa oscuridad… sea como sea nuestra nariz.

Y se marchó, convencida de que ninguno de aquellos hombres le interesaba.

Tal vez ni siquiera sean capaces de dormir… sentir tanto miedo debe ser agotador.Así que siguió recorriendo la vía principal, dispuesta a internarse pronto en el bosque helado y salir de la aldea.

De pronto, le salió al paso un hombre extrañamente ataviado. Ella no gritó al verlo, sólo preguntó:

¿Tú eres un hombre? ¿Qué es tu indumentaria?

Soy un guerrero. Me cubre una armadura, para protegerme, y llevo además un escudo, una espada, un arco y flechas.

Tienes mucho miedo a que te ataquen.

¡Yo no tengo miedo!- gritó- ¡Soy un guerrero!

Debe costarte mucho trabajo caminar con tanto peso encima.

El guerrero mostró una franca sonrisa.

Nosotros somos fuertes y muy valientes.

Supongo- propuso ella- que me acompañarás hasta el Reino del Olvido.

¡Claro! – Se alegró el caballero- Iré allá donde tan bella dama quiera enviarme.

La princesa rió, muy divertida.

¿Bella? Hace poco un aldeano me ha acusado de tener una nariz demasiado grande… pero me da lo mismo ser bella o tener la nariz grande… - y se detuvo un instante, recordando algo… - Valiente guerrero, ¿tú duermes?

No te preocupes, gentil dama. Dormiré con un ojo abierto y otro cerrado, dispuesto a defenderte.

Eso no puede ser sano – comentó la princesa, algo preocupada.

Pero se dispusieron inmediatamente, a caminar hacia Olvido. La princesa se sentía desconcertada, si defender a una dama era el motivo de existir del caballero, ella debería velar por su salud…Caía ya el sol cuando un dragón sobrevoló los cielos. Ella admiró al poderoso ser. Seguía la misma orientación que aquella bandada de pájaros con la que se había encontrado el día anterior.

El guerrero, temblando como una hoja, preparó su arco.

Escóndete, hermosa- dijo nervioso.

¿Por qué? Disfruto contemplando a ese animal.

Voy a atacarle- la urgió, con el arco en las manos- Estamos en peligro, ponte a cubierto

¿Atacarle? – se alarmó la princesa - ¿Y qué te ha hecho?

Es un dragón, escupe fuego.

Pues no le ataques- razonó ella, imperturbable- y no deberá defenderse.

Mientras ellos hablaban, el dragón se había alejado de allí. La princesa se dio cuenta.

¿Ves?

Pero, princesa, el peligro no ha pasado. Debemos seguirle y matarlo… es muy peligroso, entiéndelo, capaz de achicharrar a quien encuentre en su camino. ¿Imaginas que atacara tu pueblo?

La princesa rió y su risa desagradó al guerrero.

No creo que el dragón ataque si no es provocado… además, nada queda capaz de arder en Olvido. Mi pueblo es de piedra y ceniza.

“Y nada por lo que luchar” – reflexionó el guerrero- “salvo tú misma”.

Cada vez se sentía menos deseoso de acompañarla. Junto a ella se sentía inútil y despreciado, cuando tantas otras habrían dado un brazo por ser escoltadas por alguien como él. Siguieron caminando. Ella reparó en que él debía sentirse muy cansado, ya que iba a pie.

¿Quieres montar un rato a caballo?- le ofreció, arrepentida por su descuido- Te veo cansado.

Él se encogió de hombros. Realmente se sentía cansado, pero era incapaz de actuar contra su sentido del honor.

Si me ofreces compartir la montura, sí. Si pretendes descabalgar del caballo, no. No permitiré que vayas a pie.

Ella tomó una decisión y se detuvo.

No me acompañes, caballero. No veo ilusión en tus ojos, sólo un desquiciante deseo de serme útil. Odio verte sufrir en mi nombre y odio pensar que vas a ir agrediendo a todo ser más grande que tú que salga al paso.

El guerrero lo meditó.

¿Y si te pasara algo?

Lo asumo.

El guerrero se echó a llorar.

La princesa se quedó asombrada.

¿Qué haces? ¿Qué sale de tus ojos?

No eres una mujer, eres un monstruo – sacó un objeto que estaba escondido en una de sus botas – pero soy responsable de ti… toma este objeto, es un puñal. Ojalá nunca debas utilizarlo.

Él se alejó, corriendo, como hubiera corrido cualquier aldeano. Ella detuvo sus ojos un momento en la afilada punta del puñal y, aceptando el regalo, siguió cabalgando con el puñal en su mano… buscando, de nuevo, una tierra en la que pudiera encontrar al hombre que la acompañara hasta Olvido.

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Continuará...

lunes, 14 de diciembre de 2009

♥ - Una Princesa Distinta.

Prólogo


En un reino remoto nació una princesa. No era un reino como los demás. Los reinos de las leyendas siempre están llenos de árboles, simpáticas criaturas, magia, fornidos príncipes que rinden pleitesía a la belleza… Y, paradójicamente, esas princesas nacidas en tan hermosos reinos siempre están tristes, la gente las envidia, los problemas las acosan, son víctimas de nefastos acontecimientos que ellas no pueden controlar… al final, suele surgir un hada de la suerte que las ampara ya que, pese a su escasa capacidad de resolución, las tristes princesitas alcanzan lo que las demás mujeres apenas llegan a rozar con las yemas de los dedos: La felicidad.

Pero éste no era el caso de la princesa de la que os quiero hablar. Para empezar, su reino era gris como la piedra, sin árboles, sin magia, sin simpáticas criaturas, sin príncipes cercanos que la adularan… incluso sin espejos. Nuestra princesa jamás se había contemplado en un espejo, carecía de cualquier noción acerca de la belleza o la fealdad. Tampoco era consciente de su rango puesto que los numerosos ataques que había sufrido su reino habían dejado a su familia sin súbditos. Esta princesa no estaba acostumbrada ni a dar órdenes ni a recibirlas. Nunca una queja había alterado el rictus de sus labios… sólo conocía la risa. La descubrió siendo un bebé y, reconfortada por el agradable gorjeo, la siguió repitiendo y disfrutando hasta la edad adulta.

Otro fenómeno que desconocía era el del llanto. La princesa no podía llorar. A sus padres no les preocupó, al contrario, llegaron a la conclusión de que habían sido capaces de resguardarla del dolor, su corazón estaba limpio de temores y heridas…

Pero había un problema, el primer problema de su vida. Se hacía necesario que perpetuara la continuidad de la corona. La princesa necesitaba un marido y era imposible encontrarlo en aquellas tierras gastadas… así, con un sencillo vestido y montada en un regio caballo, la enviaron sin protección alguna ni equipaje con una misión: “Busca un hombre y tráelo contigo”.

La princesa partió.

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Continuará

lunes, 7 de diciembre de 2009

♥ - ¿Vienes?

Ven...
Y hare de ti la figura de mis sueños,
el personaje de mi historia,
la exaltación de mis poemas,
y la razón de mi existencia...

Ven...
Y llenare tus amaneceres de luz,
tus anocheceres de estrellas,
tus días de calor y tu alma de amor...

Ven...
Y te enseñare a descubrir mis anhelos,
a caminar por mis senderos,
a soñar con mis deseos,
y a vivir con mis silencios...

Ven...
Y hare de mi ser tu morada,
de mi cuerpo tu templo,
de mis caricias tus ansias
y de mi amor tu alimento..

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Ven amor, te espero...

miércoles, 2 de diciembre de 2009

♥ - Cómo cada día.

Hoy cómo cada día entré en el mágico y maravilloso mundo de los sueños, en el cuál todo es posible, en dónde con sólo pensarlo puedo cambiar el sentido en que gira el universo.

Maravilloso desde que apareciste en mi vida, maravilloso porque contigo tengo un sol, un sol que da calor a mi corazón durante el día y una hermosa luna, siempre radiante y rodeada de estrellas que ilumina e inspira mis noches de soledad...

Porque en mi vida eres todo, y todo en mi vida es amor, es amor por y para ti...

Tu me abriste los ojos, por fin puedo ver, y lo único que veo es a ti, te veo en las flores que dan color al campo, en las aves que cantan y alegran la mañana, en cada pareja que por las calles van demostrándose su amor, en un niño que sonríe con la carita llena de caramelo, te veo en todas partes porque todo a mi alrededor esta lleno de amor, y tu mi amor eres eso... el amor... el amor de mi vida...

Hoy cómo todos los días, después de toda una noche de solo soñar contigo, de solo soñar que me amas, desperté pensando en ti y dando gracias a la vida por permitirme soñar, por haberte puesto en mi camino.

Hoy cómo todos los días, desperté pensando en ti, repitiendo tu nombre y anhelándote a mi lado...

Hoy cómo todos los días desperté diciendo que te amo...

Hoy cómo todos los días, desperté en ti...




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martes, 1 de diciembre de 2009

♥ - Va de Premio.


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Seo desde su blog "AQUELARRE" me hace entrega de éste décimo de la lotería de Navidad. Gracias princesa por acordarte de mí. Debo de pasarlo a 5 blogs…, la verdad es que me gustaría pasarlo a todos, porque todos lo merecéis, pero son las normas. La idea surgió del blog "Alas de Plomo" (si pincháis en el enlace aparecerá explicado con detalle en qué consiste el premio).

Los blogs elegidos son:

- Amor: "Aceptarse a uno mismo"

- Capri: "Capris Charm"

- Cecy: "Mi más profundo Silencio"

- Daphne: "Daphne con la sonrisa en la Luna"

- Estela: "Estelas en el Cielo"

Mucha suerte chicas.

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